El yoga es el arte y ciencia de conocer la esencia del ser. La palabra yugo proviene del sánscrito yoga, que significa unión. El yoga es la unión de mente, cuerpo y espíritu, y la unión del individuo con el universo que le rodea. Así, el ser humano es un reflejo del universo. Para los antiguos yogis, la tierra, el cielo, los ríos, océanos, montañas y valles, sol, luna y estrellas, son aspectos del universo que también se encuentran en nosotros. El cerebro es la luna, que ha de reflejar la luz del sol, el corazón.
La práctica de Hatha Yoga está compuesta de pranayama, asanas, mudras y bandhas.
PRANAYAMA
Pranayama suele traducirse como “control de la respiración”, aunque también significa “no restricción de la respiración”. La práctica de ejercicios respiratorios o pranayamas proporciona pautas respiratorias saludables, facilitando el uso de la capacidad pulmonar completa. Los pranayamas tienen múltiples beneficios para la salud, como prevención y tratamiento de enfermedades respiratorias, depuración de órganos internos y de los nadis o meridianos que atraviesan el cuerpo humano. Pero la función principal del uso de pranayamas es la de situar el cuerpo en el estado de yoga, un estado de serenidad que nos permite permanecer en postura sentada para la meditación, y si así lo sintiésemos, para la práctica de asanas.
ASANA
La palabra asiento, del español, tiene su origen en la palabra sánscrita āsana. Se llama asanas a cada una de las distintas ‘posturas corporales’ que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente.
Las asanas actúan por resonancia sobre centros energéticos situados principalmente a lo largo de la columna vertebral. Las claves de su práctica son la lentitud de movimientos (a la hora de hacer y deshacer el āsana), la fase estática (o de mantenimiento de la misma), la respiración lenta, consciente y dirigida, y la atención mental en estado de alerta y receptivo a lo que está sucediendo.
sthira sukham āsanam / ananta samāpattibhyām / tataḥ dvandvāḥ anabhighātaḥ
Patañjali Yoga sūtra II.46-48
Admite numerosas interpretaciones, una traducción podría ser: «Āsana debe ser firme y gozosa / el esfuerzo se vuelve no-esfuerzo y se alcanza lo eterno / entonces las dualidades cesan».
Ejecutada correctamente, la postura estabiliza no sólo el cuerpo sino la mente, trayendo al practicante al momento presente, libre de la preocupación por el pasado o el futuro.
Las āsanas aseguran un físico fuerte y elástico, pero su efectividad radica en la capacidad para domar la mente mediante la disciplina. A diferencia del deportista que sólo cuida su cuerpo, el yogi presta atención a la mente, que acompaña a la acción durante el āsana. Es un proceso de sensibilización gradual durante el cual la consciencia debe empapar cada miembro, órgano y tejido. Según sus practicantes, sólo volcándose completamente en la ejecución de un āsana la mente se tranquiliza y «las dualidades cesan».
MUDRA
Los mudras son gestos reflexológicos que hacemos con las manos. Pero también hay posiciones de los ojos, del cuerpo y técnicas de respiración que reciben el nombre de mudras. Estas posiciones simbólicas permiten representar determinados estados de la conciencia y además nos pueden llevar estos.
BANDHA
La palabra bandha significa cierre o llave. Consiste en una contracción controlada y sostenida en el tiempo de una zona concreta del cuerpo al tiempo que se hace una retención de la respiración, con pulmones llenos o vacíos.
El efecto de los bandhas incide a nivel físico, energético y mental. A nivel físico tienen un efecto beneficioso sobre la musculatura, los nervios, los vasos sanguíneos, órganos internos y sistema endocrino.
El nivel energético y mental es el más importante desde el punto de vista del yoga. En este sentido, la función de los bandhas es canalizar y acumular el prana (energía vital) hacia el canal central (sushumna). La acumulación de prana en sushumna intensifica la actividad de los centros energéticos del cuerpo y ayuda a disolver los nudos psíquicos. Estos efectos se optimizan cuando los bandhas se combinan con los mudras y el pranayama.
Los bandhas se pueden aplicar, por un lado, en las posturas (āsanas), donde nos ayudan a mantener el āsana y a concentrarnos y, por otro lado, en el pranayama, especialmente durante la retención de la respiración, para controlar la energía y evitar que se disperse.